Michael Jordan, uno de los mejores deportistas de todos los tiempos, tenía una pasión que transmitía magistralmente a una ingente comunidad de fieles. Nos referimos, claro está, al baloncesto. Para Jordan, el baloncesto no era sólo una diversión, que también. No era sólo una profesión, que también. Era una forma de ver, de sentir y de vivir la vida.
Con esa misma fuerza también viven y sienten las grandes familias tabaqueras su pasión por el cigarro. Cada una con su particular acento, pero todas con ese denominador común. No resulta raro, entonces, que dos de ellas se encontraran por casualidad en el momento justo y en el lugar adecuado y decidieran unir sus caminos en un matrimonio empresarial que lleva ya diez meses de luna de miel.
Con el tabaco corriendo por sus venas desde varias generaciones atrás, las compañías J. Cortés y Oliva conectaron desde el mismo momento en que sus respectivos gerentes se conocieron en el año 2012. A pesar de estar a casi 8.000 km de distancia -quizás lo único que las separa- parecían estar hechas la una para la otra, y así decidieron consolidar un noviazgo de cuatro años hasta dar el definitivo sí, quiero en julio de 2016. Y como en todo matrimonio tradicional, las familias dieron el visto bueno, y celebraron la alianza con la publicación de este vídeo que resume, en apenas cuatro minutos, la historia de dos referentes del sector de cigarros:
Talento y equipo
El talento viene escrito bajo dos nombres propios. Uno es el de Fred Vandeermarliere, CEO de J. Cortes, y tercera generación de una compañía belga especializada en elaboración mecanizada de cigarros. La familia Vandeermarliere lleva en el negocio del tabaco desde 1926, cuando Maurice Vandeermarliere abandonó la sacristía para iniciarse en la fabricación de cigarros de forma mecanizada. Conforme la empresa crecía, la familia comenzó a abrir nuevas fábricas en Bélgica y Sri Lanka hasta ganarse una más que merecida reputación en el sector tabaquero. Para Fred Vandeermarliere, el reto que supone iniciar esta aventura empresarial con Oliva es, en sus propias palabras, «un sueño hecho realidad para nuestra familia».
El segundo nombre lleva el apellido de uno de los cigarros más respetados, conocidos y galardonados del sector Premium: Oliva. La familia Oliva lleva en el mundo del tabaco desde 1866, cuando el patriarca Melanio Oliva empezó a cultivar tabaco en Cuba. En 1966, su hijo Gilberto Senior dejó su país de nacimiento y viajó de país en país, pasando por México, Panamá e incluso Filipinas, en busca del sabor distintivo de los cigarros cubanos. Finalmente lo encontró en Nicaragua, país de donde proviene el tabaco con el que la marca Oliva elabora completamente a mano sus cigarros. El tataranieto de Melanio que recoge el testigo familiar en nuestros días se llama José Oliva, es estadounidense, y estableció en 1995 la sede de la compañía en Florida. Desde esta ciudad dirige actualmente todas las labores de la empresa, como director de Oliva, una marca disponible en más de 30 países alrededor del mundo y cuyos cigarros disfrutan millones de personas.
La unión de ambas compañías nos hace recordar la reflexión que hizo en su día Michael Jordan, del que hablábamos al comienzo de este artículo, cuando afirmaba sabiamente que el talento gana partidos, pero el trabajo en equipo gana campeonatos. Y J. Cortés con Oliva forman ciertamente un equipo ganador.
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