Todo en esta vida tiene un principio. También empezar a fumar cigarros. Y como no se nace aprendido en casi nada, aquí os traemos luz a los recién iniciados en este ritual milenario. Y, para los más avanzados, nunca está de más repasar si lo estáis haciendo todo correctamente o descubrís algún punto de mejora que podría darle más placer a vuestra afición.

Lo básico parece estar bastante claro: el cigarro se enciende por un lado y se aspira por el contrario. Pero no creáis que es tan fácil poner en marcha este, en apariencia, sencillo engranaje. En efecto, existen normas tácitas y convenciones sociales que los fumadores de cigarros suelen seguir y, si bien nadie os reprochará en público no conocerlos, seguro que preferís evitar la incomodidad de no saber cómo actuar delante de una reunión de fumadores expertos.

Por lo tanto, aquí os dejamos una guía rápida con la que no sólo aprenderéis a fumar un cigarro de forma apropiada, sino que también os resultará de mucha utilidad para hacer de vuestra pasión una experiencia más agradable.

PRIMER PASO: ELEGIR EL CIGARRO

En primer lugar, os recomendemos consultar este artículo sobre la variedad de formatos de cigarros que podéis encontrar en el mercado. Si bien no están todos los que son, os aseguramos que los que están son los más frecuentes, y más que suficientes para los que comienzan a fumar. Así uno puede ir componiendo el paisaje inicial y familiarizarse con imágenes y denominaciones comunes.

En segundo lugar, recordad esta máxima cuando decidáis comprar el cigarro en un estanco: no confundáis el precio con el valor. La opción más cara no significa necesariamente la mejor, ni en calidad ni en sabor ni en disfrute. Sobre todo, hay que tener en cuenta que, si nos encontramos en un nivel principiante en esto de fumar cigarros Premium, probablemente en nuestras primeras incursiones no seremos capaces de apreciar todos los matices de un cigarro bien construido. Por ello, abrid vuestro corazón al profesional estanquero y dejaos aconsejar, dentro de un nivel medio de desembolso económico.

Por otra parte, hay dos sentidos que uno puede aprovechar para la elección previa del cigarro: hablamos del tacto y del olfato. Para el primero, tomad el cigarro entre vuestros dedos pulgar e índice y comenzad a moverlos simulando el funcionamiento de un rodillo. Si sentís puntos blandos pero firmes, podéis seguir adelante con el cigarro elegido, porque un cigarro bien elaborado tendrá una textura consistente en todo el cuerpo.

También podéis hacer uso del olfato para tratar de averiguar lo que nos depara el futuro cigarro. El olor más cercano de la capa y de la tripa es un aroma en frío nos proporciona pistas (que no verdades absolutas) sobre lo que vamos a encontrar una vez lo encendamos.

SEGUNDO PASO: CORTAR EL CIGARRO

Este puede ser el punto de inflexión entre parecer un novato, o sólo serlo. La pericia puede salvarnos en muchas ocasiones de no tener demasiada experiencia en esto de acortar el extremo del cigarro por donde aspiraremos el humo durante el encendido. La mejor forma para cortar el cigarro (y la más aconsejada en todos los niveles) es utilizar un cortapuros. El uso del cuchillo sólo es aceptable en casos extremos en los que no se pueda hacer uso del cortapuros por no disponer de él. Y, desde luego, morder el extremo del cigarro no es lo más aconsejable para principiantes, pues puede arruinar la capa del cigarro y ocasionar molestias al encontrar trocitos de ella en la boca durante toda la fumada. Sólo los fumadores más avanzados se pueden permitir la licencia de arrancar con la boca la perilla del cigarro.

Para obtener mejores resultados, a la hora de usar el cortapuros lo más efectivo es un movimiento preciso una vez se tiene el cigarro bien colocado (existen cortapuros muy cómodos con la medida exacta de corte), lo que evita cualquier rasgadura y, en última instancia, nos lleva a una mejor experiencia en nuestro propósito de fumar.

Para los más experimentados existe también un cortador llamado punch o sacabocados, que no es más que una hoja circular que, presionada sobre la perilla del cigarro, le saca el trozo de cigarro en forma de círculo necesario para la adecuada aspiración del humo.

TERCER PASO: ENCENDER EL CIGARRO

Las opciones en este estadio son muchas, y cada ocasión puede requerir una u otra. Por ejemplo, en condiciones normales, utilizar láminas de cedro para prender el cigarro es la mejor opción, pues el propio encendido de la lámina, en caso de aportar algún sabor al cigarro, siempre será positivo. Cierto es que su manejo precisa de cierta experiencia, pero como muchas cosas en esta vida, todo es cuestión de práctica. Lo que sí podemos aconsejar a los noveles que se enfrentan a este tipo de encendido por primera vez es que tratéis de mantener cierta distancia entre el fuego y el cigarro de tal forma que la llama apunte directamente al centro de la circunferencia. Para ello, es recomendable que, mientras mantenemos en posición vertical la llama, inclinemos el cigarro en un ángulo 45º respecto la base del suelo, y que, simultáneamente, vayamos rotando el cigarro alrededor de la llama.

Si las condiciones climatológicas no acompañan al encendido del cigarro (sea por aire, lluvia, etc.), lo normal es utilizar un encendedor de antorcha, el más resistente a las adversidades. Y también son apropiados los demás encendedores de gas de uso frecuente para fumar cigarrillos, y hasta las cerillas, teniendo en cuenta que antes de acercarlas encendidas al cigarro debemos esperar a que pase el efecto del fósforo de la primera llamarada. Lo único que desaconsejamos para prender cigarros son los encendedores de gasolina, pues utilizarlos afecta de forma negativa al sabor del tabaco.

Cualquiera que sea la opción elegida, empezad sosteniendo el cigarro entre vuestras dedos pulgar e índice (de nuevo) y colocad el extremo por encima de la llama, en un ángulo, como decíamos, de 45º, enfocando sobre el centro del cigarro. Intentad no pegar demasiado el cigarro directamente sobre la llama porque os puede arruinar el sabor del inicio, aunque para los más noveles, probablemente no notaréis la diferencia. En este momento lo más importante es encender el cigarro, y la experiencia irá allanando el camino en sucesivos encendidos.

Antes de colocar el cigarro en la boca, habrá que ir girándolo alrededor de la llama para conseguir que se vaya quemando de forma uniforme. En cuanto podáis ver en toda la circunferencia ese resplandor anaranjado del cigarro que se va quemando, ya estáis preparados para el siguiente paso.

CUARTO Y ÚLTIMO PASO: FUMAR EL CIGARRO

Y llegamos al momento esperado, el que nos va a permitir disfrutar de este gran placer que tanto nos hace disfrutar. Así que, preparado el cigarro y con el extremo encendido, ya sólo queda llevárnoslo a la boca y aspirar. Pero cuidado: ¡sin tragar el humo! Si lo hacéis, probablemente comenzaréis a toser, os pondréis rojos y el mareo se hará presente de una forma muy molesta. Además de que habréis desenmascarado al principiante que lleváis dentro. Recordad: no intentéis sorber el cigarro como si fuera una pajita en un refresco.

¿Qué no sabéis cómo aspirar el humo sin que pase por la garganta hasta vuestros pulmones? El secreto está en llenar la boca de humo y luego expulsar el humo con suavidad hacia fuera. Hacedlo cuatro o cinco veces (o las que necesitéis) seguidas hasta que vuestro cigarro comience a producir un humo blanco y denso.

Cuando vuestro cigarro esté suficientemente prendido, ya no es necesario aspirar compulsivamente para evitar su apagado. Ahora viene lo bueno, lo placentero, el momento en que podemos relajarnos y disfrutar del sabor. Tomaos vuestro tiempo. Además, en función del formato que hayáis elegido, ese disfrute puede durar entre 30 minutos y tres horas.

Sea como sea, ya sois parte del club de fumadores de cigarros. ¡Bienvenidos y que lo disfrutéis!

Cómo fumar un cigarro (y no parecer un novato)

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