Acabo de cerrar, esta vez definitivamente, el manuscrito de Del Guadalquivir al Misisipi. Punto y final, hechas las últimas correcciones tras la lectura y comentarios de algunos amigos y profesionales a los que se lo había dado a leer ya surca las aguas camino del examen final del lector. Estoy satisfecho. Me vais a permitir, amigos, que encienda un Oliva Serie V, doble figurado, que, previamente, lo mire y lo toque -es hermoso: su color de tierra mojada, su textura venosa- y me lo acerque a la nariz para disfrutar, antes de darle lumbre, de su aroma. Es un placer.

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