Parafraseando una de las más famosas canciones de Joaquín Sabina, a La Casa del Tabaco le sobran los motivos para considerar a los cigarros nicaragüenses ¡de los mejores del mundo! Tras la vuelta de la expedición de nuestro equipo comercial, que ha disfrutado de un intensivo tour de formación en Nicaragua, dos cosas han quedado claras: la primera, que Nicaragua se merece todos y cada uno de los premios que durante la última década ha estado recibiendo de expertos y profesionales del sector del cigarro Premium. Y la segunda, que en La Casa del Tabaco podemos presumir de tener en España a los comerciales mejor formados de la industria.

En total han sido cinco días de inmersión en todos los procesos implicados en la producción de un cigarro Premium, con la visita a las fábricas de Oliva, Condega y Perdomo Cigars, compañías referentes en la industria del tabaco, y cuyas marcas son algunas de las que representamos en exclusiva para todo el territorio nacional.

Desde la minuciosa selección de la semilla hasta el empaquetado de los cigarros en cajas, la calidad y exquisito aroma de los cigarros nicaragüenses no son producto de la casualidad, sino más bien de la causalidad: la que erige a la calidad como suma sacerdotisa de todo el proceso. Los diez comerciales de La Casa del Tabaco que han viajado esta vez hasta Nicaragua han sido testigos de un amor (el tabaco) y una obsesión (la consistencia) que comparten las familias tabaqueras más importantes del país.

Las tres estrellas Michelin

La primera parada de nuestro itinerario recala en Oliva Cigar Co., una compañía que hunde sus raíces en 1866, año en el que el patriarca Melanio Oliva comienza a cultivar tabaco en Pinar del Río (Cuba). Ni la Guerra de la Independencia de Cuba (1895-1898), ni la Revolución cubana durante los años 60 hacen desistir a la familia Oliva de su pasión por el tabaco. Pero sí se ve obligada, en la figura de Gilberto Oliva Senior a emigrar y recorrer el mundo país tras país hasta recalar en 1969 en Nicaragua, donde por fin encuentra las mismas condiciones climáticas y orográficas que necesitaba para el cultivo de tabaco. En 1973, nace José Oliva, el último de sus cuatro hijos y quien recogerá el testigo de la herencia familiar en la industria del tabaco. En verano de 2016, cuando han pasado 130 años desde su origen, Oliva decide contraer matrimonio empresarial con J. Cortés, otra gran familia de tradición tabaquera de origen belga. Como bien reza su lema corporativo: “Dos familias unidas por una misma pasión”.

Nos guía durante el recorrido, siempre con una bella y amplia sonrisa, María José Morales, la responsable de exportaciones de Oliva Cigar, que nos demuestra con cada una de sus explicaciones el vasto conocimiento que tiene sobre el complejo proceso de elaboración manual del tabaco. Aunque, como apostillaría en una de sus intervenciones, “en este mundo uno siempre anda aprendiendo”.

Entre otras muchas cosas, en la fábrica de Oliva conocimos a las dos únicas parejas (hombre-mujer) encargadas del rolado y bonchado de estos codiciados cigarros Serie V Melanio Figurado, que fueron proclamados como Mejor Cigarro 2014 en la revista Cigar Aficionado. Y es que este oficio requiere de una pericia, de un arte, que muy pocas personas poseen (parte proviene de la práctica, y parte, hay que admitirlo, es un don innato). Observar en primera línea cómo manipulaban los cigarros con tremenda destreza y soltura -a una velocidad ciertamente inconcebible para la mayoría de los profanos- era un espectáculo casi mágico. La visita a la casa de Oliva nos había dejado con la boca abierta y ¡nuestro viaje apenas acababa de comenzar!

Llegaba la hora de dirigirnos a nuestro siguiente destino, donde nos esperaban Eduardo Fernández, Arsenio Ramos, Jacinto Iglesias y Max G. Pujals, el dream team en la producción de los cigarros Condega. Con Fernández como guía principal, recorrimos las instalaciones de la fábrica donde se elabora el cigarro Premium de Nicaragua más vendido en España (la marca Condega vendió en 2016 casi 145.000 unidades, lo que además supone un 18% más que en 2015).

“El tabaco es algo especial. No es fruta, ni hortaliza ni legumbre. No se come, pero termina en la boca”, comienza diciendo Ramos en su intervención hacia un público entregado. Somos conscientes de que estamos frente a una auténtica leyenda viva de la tradición tabacalera cubana: su abuelo comenzó la saga de productores de tabaco que continuó con su padre, después con él y ahora ostenta su hijo en Nicaragua, el país que acogió a la familia cuando las tempestades políticas les obligaron a emigrar.

Ramos, considerado como una enciclopedia andante del mundo del tabaco, añade que “el tabaco necesita cariño desde la semilla hasta la ceniza”. Y es que, desde que se planta hasta que se fuma, la hoja de tabaco pasa por 292 manos que lo manipulan de alguna forma. Por eso, tal y como apostilla Fernández, “lo que se hace mal al principio, o en cualquier otra parte de la cadena, se paga al final; y lo peor es que no hay forma de rectificarlo”. De ahí que, siendo tan importantes para la calidad Premium de un cigarro factores como el suelo o el clima, la manipulación del tabaco se convierte en uno de los caballos de batalla del sector, que sólo confía su producción a los mejores.

Para Fernández y Ramos, entre las razones que convierten a Condega en uno de los cigarros más exquisitos que existen hoy en día son: la pureza de la variedad genética en la siembra (semillas criollo 98 y corojo 99 procedentes de Cuba), el equilibrio constante de los suelos, el uso del humus de lombriz como abono natural, la fermentación tradicional, el tiempo de añejamiento, y la correcta colocación del tabaco una vez elegida su liga.

Terminada la visita, iba aumentando nuestra sensación de que la producción de cigarros Premium gira en torno a una milimétrica maquinaria de precisión humana, aunque parezca una paradoja. Y esa sensación se confirmó en nuestra última parada para visitar la fábrica de Perdomo Cigars. Durante dos días intensivos, todo el equipo pasamos por todas y cada una de las fases de producción de sus cigarros: más de 300, incluidos 17 procesos de control.

Claro que, si tenemos en cuenta que Perdomo es el cuarto productor mundial de cigarros Premium, no debería extrañarnos que no dejen nada -absolutamente nada- al azar. Su imperio, nacido de la mano humilde pero firme de Nick Perdomo, se lo debe todo a la calidad de sus cigarros conseguida gracias a, como ellos llaman, la cocina lenta. Tiempo y consistencia, pasión y trabajo, como ejes del mejor reloj suizo nicaragüense.

Todos y cada uno de los cigarros Perdomo han sido perfectamente sembrados, secados, fermentados, añejados, bonchados, rolados, encefalonados y empaquetados mediante un riguroso proceso controlado hasta el último y minúsculo detalle. Podemos decir que más que una visita, nosotros hemos tenido el privilegio de vivir la experiencia Perdomo. Tanto es lo que aprendimos que iremos en fases desgranando todos los secretos del buen cigarro, desde la semilla hasta la ceniza, a lo largo de los próximos meses en nuestro blog.

Entre tanto, como no es lo mismo vivirlo que contarlo, os animamos a viajar a Nicaragua y conocer en primera persona esta tierra bendecida por su naturaleza, gracias a la cual se ha convertido en el actual santuario del sector tabaquero. Nosotros tenemos claro que ¡volveremos!

 

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